The Walking Dead 5 – Capítulo 10 (Análisis)

Bien difícil la tenía AMC si quería superar lo hecho la semana pasada, algo que quedó en manifiesto con un episodio que, si bien vuelve a darnos la sensación de no ir para ningún lado, deja algunos detalles que cambiarán para siempre el destino de Rick y su grupo.

Sin más rodeos, nos adentramos en todo lo que nos dejó el décimo episodio de la quinta temporada de The Walking Dead, como siempre, recordando que todo lo que sigue de aquí en adelante contiene altas dosis de spoilers.

‘Them’ se encarga de explorar el duelo que vive el grupo tras la muerte de Tyreese y Beth  pero, más allá de la tristeza que los agobia, trata de enseñarles que la única forma en que ‘ellos’ pueden salir adelante es estando unidos.

La apatía y la desesperanza se han extendido entre los sobrevivientes, quienes ya no ven un motivo real para seguir luchando en un mundo que los ha debilitado por completo. En ese sentido, el capítulo se centra en tres personajes que llevan el duelo de una forma muy diferente: Maggie, Sasha y Daryl.

Por un lado, la hija de Hershel, que se encuentra completamente devastada por la pérdida del único familiar que le quedaba. A Maggie la consume el dolor de haber dado por muerta a su hermana en el asalto de El Gobernador a la prisión, para luego soñar un posible reencuentro y finalmente tener que encarar el triste desenlace del Grady Memorial. Todo en un lapso de tiempo muy corto que acabó por derrumbarla al punto de considerar que es momento de bajar los brazos.

Por otra parte, tenemos a Sasha, que ha tomado una postura más agresiva e imprudente. Sabe que la actitud de su hermano fue la que lo terminó condenando a su muerte, pero lo que ignora es que estaba cometiendo los mismos errores de Tyreese tras lo ocurrido en la prisión, errores que podrían constarle la vida a ella y pondrían en riesgo a todo el grupo. Prueba de ello es su falta de cabeza fría cuando trataron de tirar al vacío a los zombis para evitar el combate cuerpo a cuerpo y así ahorrar las pocas fuerzas que le quedaba al grupo, algo que casi termina en una puñalada de Michonne por la propia Sasha y un mordisco a Rick, además de un corte en el brazo de Abraham que, siguiendo la lógica de la serie, debería terminar en una infección (cosa que no va a ocurrir).

El tercer síntoma del duelo lo vemos por medio de Daryl, cuya amargura puede ser más nociva que la tristeza de Maggie y la ira de Sasha. Bajo su manto de ‘chico malo’ e insensible, Daryl se consume por dentro. Es de esas personas que difícilmente exterioriza sus emociones pero que inevitablemente lo afectan. Carol es consciente de ello y pretende ayudar, pero él se niega a dejarlo salir. Todo queda perfectamente ejemplificado cuando Daryl se aleja del grupo para explorar el perímetro y en realidad se toma un momento para fumarse un cigarrillo y quemarse la mano para reprimir la pena que lleva en su interior por medio del dolor físico.

Aunque no se desarrolla en todos los personajes, es claro que todos pasan por sus horas más bajas: la pérdida de fe del padre Gabriel, la poca importancia que le da Abraham a consumir alcohol en las condiciones que se encuentra  y la desesperación de Eugene de beber agua que les dejó el misterioso ‘amigo’  sin importar si está envenenada, son fiel reflejo del desaliento que se vive en el grupo.  

El punto de inflexión en el capítulo empieza con la ‘señal divina’ de la lluvia que al poco tiempo se transforma en tormenta y lleva a los sobrevivientes a refugiarse en un granero. Rick aprovecha el momento para ‘alentar’ al grupo con un discurso que se aleja del sentimentalismo y la ilusión de un mejor porvenir, optando por algo más pragmático e incluso con tintes fatalistas en el que asegura que ellos en realidad son los muertos que caminan (“we are the walking dead”), algo que Daryl le recrimina como si esto fuera lo que necesitara escuchar para salir de su letargo y darse cuenta de lo que habían logrado juntos. 

En ese sentido, la tormenta y la horda zombi que ataca el granero se presta más como representación simbólica de la unión como grupo y que todo será posible mientras permanezcan así. De ahí que consideremos esta escena más como un sueño que como ‘ataque real’ al que tuvieron que hacer frente. 

‘Them’ también pone en manifiesto un problema que Rick y su grupo tenían controlado, pero ya se les empieza a salir de las manos: la falta de suministros. Hasta la fecha, todo se solucionaba saqueando casas cercanas, pero finalmente ha llegado el momento en que la escasez de alimentos y agua se han convertido en un problema tan importante como los zombis o los humanos poco amistosos.

Precisamente, esto es aprovechado por Aaron, el misterioso ‘amigo’ que parece conocer muy bien al grupo y no duda solicitar una audiencia con su líder al que llama con nombre propio.  Como no podía ser de otra forma, el capítulo cierra con este particular encuentro, dejando en el aire las verdaderas intenciones de Aaron.

Aunque no haya dejado las mismas sensaciones del capítulo anterior (difícilmente otro lo hará), ‘Them’ se muestra como la transición que necesitaba la serie para dar un giro en su argumento. El problema es que, para los que no conozcan el cómic, parecerá más un capítulo de relleno que uno que realmente le aporte algo a la trama. Sin embargo, Aaron juega un papel fundamental en el destino de nuestros protagonistas y un cambio en lo que hemos visto hasta ahora en la vida de Rick y su grupo de supervivientes.

Sin duda, lo mejor está por venir.