La humanidad reflejada a través de The Last of Us

*El siguiente es un enfoque al argumento y personajes del juego, recomendado solo para quienes ya lo han terminado, para el análisis del mismo sigue este enlace.

 

Digerir la historia de The Last of Us es quizás el mismo sentimiento que nos genera la experiencia de un viaje. Disfrutamos el recorrido con lujo de detalles, sabemos que llegará a su final pero eso mismo no es motivo de victoria, solo la culminación de un necesario proceso bajo la autoría del implacable tiempo.

Ahora traslademos eso mismo en el contexto de nuestra vida mortal y descubriremos exactamente lo mismo, siendo cada día una parte del recorrido y el final del viaje la misma sensación que dejar de respirar, el fin del juego. Cada día en nuestras monótonas vidas es solo uno más que logramos sobrevivir a los incontables peligros que nos rodean, tal como lo describe cierto programa de televisión, somos susceptibles a cientos de maneras de morir, es decir que somos sobrevivientes.

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The Last of Us es un videojuego que nos recuerda esto, algo que se vuelve tan rutinario para nosotros como salir a la calle, comer, respirar, socializar, en el mundo distópico de Naughty Dog resulta una verdadera hazaña. Pocos juegos modernos han logrado profundizar en este aspecto humano como lo hace The Last of Us, es un sentido de inmersión que incluso las series y películas no logran por el simple hecho de tener espectadores, no sobrevivientes al mando.

En ese mismo sentido, podemos afirmar de manera algo irónica que The Last of Us no es del todo un juego, en cuya parte de hecho tampoco es libre de culpas por ciertos defectos menores de combate; menos una película interactiva, ya que aunque los Quick Time Events estén presentes no son intrusivos sino únicamente transitorios.

The Last of Us es en realidad una experiencia narrativa.

Troy Baker (Joel) y Ashley Johnson (Ellie)

 

La culpabilidad del padre, la inocencia de la hija

Neil Druckmann es un tipo afortunado. No solo por ser el director creativo y escritor de uno de los títulos recientes más relevantes, sino por encontrar a los únicos actores capaces de transmitir las emociones premeditadas en sus letras: Troy Baker y Ashley Johnson. Estos dos sujetos son el alma del juego, son el tren de la historia, son quienes le dan a Joel y Ellie el verdadero significado en su paternal relación. No tomamos el papel de un soldado o personaje heróico, simplemente nos ponemos en los zapatos de personas como nosotros.

Joel no es un hombre fácil, como lo demuestra el prólogo en Texas justo antes de que la infección cerebral del Cordyceps estallara. Su hija Sarah es el claro motor de su existencia, quien a la vez se preocupa por él. De la madre de Sarah, además de que tuvo a la niña a una edad muy joven junto a Joel y estuvieron casados, no se sabe nada más, por lo que básicamente es la vida de un padre soltero quien lucha cada día por cuidar a su hija, como cualquier buen padre haría.

Es una relación fuerte la de Joel y Sarah, y al tener la corta oportunidad de ponernos en los zapatos de la pequeña se puede sentir el lazo más estrecho. Joel es capaz de lo inimaginable, como disparar a su infectado vecino para proteger a Sarah, es lo que cualquiera de nosotros haría de una manera cuerda en una situación similar.

Ese es el punto exacto donde los personajes de The Last of Us sobresalen frente a los de otro videojuego, donde logran comprometerse y comprometer al jugador de una manera emocional, donde le dan ese empujón para avanzar a pesar de perderlo todo, como en el caso de Joel. El dolor de la pérdida de un hijo para un padre no tiene comparación, y para Joel no solo se trata de lidiar con eso, sino con un mundo que prácticamente se va a la ruina.

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La historia da un abrupto salto de 20 años tras la muerte de Sarah, no sabemos lo que ha sido en dos décadas de Joel y su hermano Tommy, solo que toman caminos separados, pero el mundo a su alrededor se ha desmoronado de manera vertiginosa y nos señala algunas pistas. Las grandes ciudades son ahora zonas de cuarentena militarizadas, los infectados yacen en lugares abandonados que pocos osan recorrer, y los sobrevivientes establecen comunidades carroñeras que solo buscan cazar a los más débiles para su propio bienestar.

Parecería un concepto que hemos visto en la cadena alimenticia de la naturaleza por cientos de años, solo que en ese ámbito los humanos logran convertirlo en excusa válida para cometer toda clase de atrocidades, que realmente no se alejan mucho de nuestra realidad actual. Joel lo menciona, ha estado en ambos bandos, ha luchado como mercenario por un plato de subsistencia y ha acabado con las vidas de otros similares a él. Es bien sabido que un hombre sin nada que perder puede cruzar los límites de una manera mucho más desenfrenada, sin sentimientos de culpa, pero claramente a Joel lo atormenta la culpabilidad, aquella de haber perdido a Sarah, su motivación para vivir.

Es justo en ese momento de desesperanza y desasosiego cuando la vida puede mostrar su respuesta de la forma más humilde imaginada.

 

No me digas que estaré segura con alguien más

Nacida tan solo seis años después del brote del Cordyceps, Ellie nunca conoció ni fue corrompida por los males ordinarios de la sociedad moderna (como el consumismo), llegando de esa manera a una notable madurez a muy temprana edad. Gran parte de su niñez le fue negada por el desolado mundo que la vio nacer, así que a pesar de la fortaleza que la define, su inocencia es algo que definitivamente conserva.

Con una buena cantidad de tiempo recluida en zonas de cuarentena, es solo hasta el momento de conocer a Joel en Boston que le es presentado el verdadero mundo a Ellie, justo como ese instante en el que la adultez nos enseña cuanto duele crecer. Ellie estuvo protegida durante toda su vida por la amiga de su madre, lo cual no evito que conociera parte del antiguo mundo gracias a su cercana amistad con Riley. Sin embargo, y aunque la muerte de Riley le enseñara que la gran mayoría de personas en relación con ella tendían a morir o desaparecer, es hasta que explora la derrumbada civilización que cuestiona las banales costumbres que acompañaban a la humanidad antes de su decadencia definitiva.

Esa inocencia es una de sus armas más fuertes, pero nunca confundida con ignorancia alguna, pues al final Ellie resulta ser más lista que cualquier otro adulto. Ella nació, creció, sobrevivió en un mundo hecho pedazos, esa es su realidad, no aquella del pasado llena de estrellas de cine, modelos delgadas o revistas para adultos. Y es este detalle en verdad, el que separa a Sarah de Ellie, aunque esta última sea en el fondo una constante reminiscencia a Joel de poder hacer mejor las cosas, una oportunidad de redención al mejor estilo de John Marston en la obra maestra de Rockstar Games.

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Ellie emprende una especie de recorrido introspectivo con Joel mientras cruzan una buena porción de Estados Unidos. Pasando por Massachusetts y conociendo a un precavido Bill, que en medio de todo es la poca cordura que le resta a la civilización. Es posteriormente en Pennsylvania que descubre una nueva fuerza interior, que la lleva a actuar tal como lo hizo Joel para proteger a Sarah, pero sin motivo de infección. Ellie le quita la vida a una persona no infectada.

El simple jalón del gatillo cambia todo el panorama que hasta el momento definía la relación entre extraños que tenían Joel y Ellie. Antes solo eran un mensajero y su paquete, ahora eran compañeros de guardia, cubriéndose la espalda con un rifle en caso de ser necesario. Los infectados claro que eran peligrosos, pero los humanos carroñeros se convertían en el peor obstáculo para la pareja, al punto que ya no importaba si el enemigo tenía o no el virus con él, de cualquier forma era una amenaza.

Hay personas que pasan por nuestra vida y dejan huella, otras que simplemente pasan, y algunas de las cuales aprendemos algo. El caso de Ellie con Henry y Sam es una muestra de ello, aunque una corta amistad, ella no pudo evitar que Sam cambiara, se transformara en algo que no quería e incluso la afectara. Sam dejó una profunda e imborrable huella. Pero también está Henry, alguien que para Joel simplemente pasó, dejando un sentimiento amargo y que para Ellie fue una lección. Ellie aprendería que no podía en un futuro actuar como Henry, que no podía rendirse tan fácil o tomar dicho camino, que todo lo vivido no podía ser por nada.

 

Debemos tomar caminos separados

La historia de The Last of Us se empeña en mostrarnos dos puntos de vista de las mismas vivencias gracias a sus protagonistas, eso está claro. Pero tanto si los controlamos en algunos segmentos de manera independiente (incluyendo Left Behind) o si ponemos atención a las conversaciones alternas de la dupla, la real conclusión es que tratamos con la dualidad de un solo individuo, uno como nosotros.

Como señalábamos al comienzo, Joel refleja esa fuerza bruta protectora, en ocasiones capaz de olvidar cualquier lógica o razonamiento para proteger los intereses propios. Eso no lo hace héroe, villano, bueno o malo, simplemente más humano, sin olvidar la frustración por sus fallas del pasado. Ellie por su parte es la luz de la esperanza bajo la promesa de su inmunidad frente al Cordyceps, pero también es una voz sabia que se niega a ser abandonada, a pesar de serlo.

En Colorado los papeles cambian y la protegida se convierte en protectora, y en este punto descubrimos que aquel simbolismo de padre e hija se desvanece lentamente para fusionarse como uno solo. Actuamos con la fuerza de Joel, pero somos Ellie. Mantenemos la persistencia de Ellie, mientras somos Joel.

Es por esta misma razón que la joven Ellie consigue enfrentar a un despiadado sujeto llamado David, que se excusa en no tener otra elección en el salvaje ambiente que le tocó vivir, sino asesinar a otras personas incautas para proveer de alimento a su comunidad, por desagradable que parezca.

Es un mundo donde solo reina la ilusión del poder de la elección, algo que no ha cambiado en 20 años de colapso según parece, mismo que adapta a Ellie y Joel a pensar como uno solo, a actuar como lo haría el otro con el fin de la supervivencia.

Todos vivimos con una parte de Joel y otra de Ellie. Contrario a lo que pensaba David, siempre tenemos elección.

 

A veces las decisiones correctas pueden no ser las más cuerdas

Mientras salvar a la humanidad con una vacuna sería lo correcto, eso significaría para Joel renunciar a Ellie, al recuerdo de Sarah, sería quitarle la vida a otra chica inocente e indescriptiblemente maravillosa. Pero sería lo correcto.

Salvar a Ellie y que el mundo se siga destruyendo sería otra opción, no una egoísta de hecho, sino una que reconoce lo que más importa en nuestra existencia, el valor de la vida como individuos y el respeto por la de los demás. También sería lo correcto.

Como se puede observar, no existe un verdadero punto al final de The Last of Us en el cual podamos reflexionar en tomar la decisión equivocada, porque ambas parecen correctas. Sin embargo somos testigos activos de la ilusión que yace en el poder de la elección.

Ellie se encuentra sedada sobre la camilla, los médicos se mantienen paralizados a la espera de nuestra acción, rogando que no nos la llevemos. Todo depende de nosotros, sería fácil golpear a los doctores y dejarlos inconscientes mientras huimos con la joven, pero no. El juego nos obliga a tomar la decisión que más nos haya puesto en los zapatos de Joel, con sus frustraciones, desesperación y necesidad de salvar a “su hija”. De una manera incómoda, nos vemos obligados a abrirnos paso.

Tomamos la decisión correcta, la que volveríamos a tomar una y otra vez en la misma situación, eso creemos. Lo que ignoramos es que en ningún momento fuimos libres de hacerlo, y tal como somos manipulados por los eventos que nos rodean, eso mismo intenta aplicar Joel con Ellie hacia el final de la historia, inventando un desenlace falso sobre las Luciérnagas y de cómo decidieron dejarlos en libertad, a pesar de quererlos matar antes.

-Ellie: “Júrame… júrame que todo lo que dijiste sobre las Luciérnagas es verdad.”

-Joel: “Lo juro.”

-Ellie: “Está bien.”

Mentiras, egoísmo, individualismo, al final Joel es el fiel reflejo de lo que muchos de nosotros hemos hecho por sí mismos u otras personas, solo que nos cuesta aceptarlo. Nada puede ser más humano en The Last of Us como eso, una historia que abre mientras tenemos el control de Sarah y que cierra mientras controlamos a Ellie, cuyo punto de conexión entre la naturaleza benigna de ambas es el propio Joel. Al igual que él, no somos ni héroes, ni villanos, simplemente sobrevivientes.

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“Después de todo lo que hemos pasado… Todo lo que he hecho… No puede ser por nada.”