En defensa de Metástasis, la versión colombiana de Breaking Bad

Metástasis.

(Del gr. μετάστασις, cambio de lugar).

1. f. Med. Propagación de un foco canceroso en un órgano distinto de aquel en que se inició.

2. f. Med. Resultado de esta propagación.

Real Academia Española.

 

Quizás no haya sido la mejor elección dicho nombre para la adaptación latinoamericana de ‘Breaking Bad’ por parte de Sony Pictures Television y Teleset, pero es solo la primera muestra del trabajo que tomó la producción colombiana para no simplemente traducir el título original en algo como “Volverse Malo”.

Colombia es uno de los países latinoamericanos más conocidos junto con México por la producción de telenovelas, productos de los cuales como colombiano no siento precisamente orgullo, y muchos compatriotas dirían lo mismo. La cultura y los medios extranjeros han estigmatizado una imagen de narcotráfico, drogas y violencia que difícilmente puede desarraigarse del imaginario colectivo en el país y fuera del mismo, ciertamente parte de una realidad, pero una cruz de la cual todo colombiano se cansa de cargar.

La televisión no ayuda, pues con novelas inspiradas en la vida y obra de capos de la mafia como el tristemente célebre Pablo Escobar, el panorama es la santificación del villano y el trastorno del mensaje, el cual los creativos aseguran es para enseñar lo que “no se debe hacer”, aunque todos sepamos que lo hacen por el rating fácil.

El estadounidense George Vincent Gilligan Jr., más conocido  como Vince Gilligan, trabajó durante varios años escribiendo episodios para la serie de culto y ciencia ficción X-Files (Expedientes Secretos X), gran representante de la televisión en la década de los noventa. En el episodio dos de la sexta temporada, titulado ‘Drive’, Gilligan escribió un papel donde un antisemita con una enfermedad terminal tomaba de rehén al protagonista Fox Mulder (David Duchovny). El antagonista era un sujeto amenazador pero a la vez simpático, uno que para Gilligan solo Bryan Cranston fue capaz de interpretar, dando nacimiento a una idea que generó la posterior creación de Breaking Bad una década después.

De esta manera, la concepción de Walter White dio fruto a un estilo de serie que no dignifica al villano como lo hace una moderna telenovela colombiana, sino que expone un más interesante proceso de transformación de un protagonista buen padre, buen esposo, buena persona, que poco a poco va acumulando las injusticias de la sociedad como una olla de presión, hasta explotar de una manera caótica y afectando todo a su alrededor. Eso en efecto, es una metástasis, más asociada en Breaking Bad con la novela corta de Franz Kafka de 1915, La Metamorfosis.

Breaking Bad es fácilmente una historia que pudo haber nacido en Colombia, pues aparte de los elementos estadounidenses que a la final resultan en pequeños detalles, son conceptos que no están aislados del entorno tricolor. Pero entonces Vince Gilligan la creó, la escribió, le dio vida, y convirtió a la cadena AMC en una de las más laureadas en Estados Unidos, con una serie ganadora de Emmys y el reconocimiento de sus actores. Ese mismo Gilligan recibió decenas de propuestas de varios países para adaptar Breaking Bad, pero solo terminó aceptando cuando recibió la originaria de Colombia producida por Sony Pictures Television y Teleset.

Vale aclarar que al igual que usted, estimado lector, aprecio inmensamente Breaking Bad como el producto original que es; su fotografía, actuaciones e historia son cautivantes, una serie que no se puede olvidar fácilmente y que anima a ser repetida por lo menos cada año. Pero en honor a la verdad y para ser sincero, confieso que tras finalizar en septiembre del 2013 no había visto un solo capítulo pero si escuchado los buenos comentarios de la serie. Sin embargo, no sería sino hasta que vi el primer tráiler extendido de Metástasis (el cual publiqué aquí hace un año exactamente, cósmica coincidencia), que me animaría a comenzar con la historia de Walter White para estar preparado antes de que llegara la adaptación colombiana.

Afortunadamente solo había que recurrir a Netflix para comenzar con el episodio piloto de la primera temporada y quedar atrapado de inmediato con el drama (y a veces comedia negra) de un profesor de química que descubre tener cáncer pulmonar, el cual le deja pocos meses de vida y la responsabilidad de una esposa, hijo especial y una bebé en camino. Las cinco temporadas son un recorrido lleno de justificación, culpa, errores garrafales, ambición, desidia, y lo más importante, redención, todo por parte del señor Walter White. El mundo se encontró con una de las mejores y más creíbles historias (no paranormal, de zombis, súper héroes o ciencia ficción) creadas para televisión.

Entonces anunciaron Metástasis como la primera adaptación oficial de Breaking Bad, hecha en Colombia, y todo el mundo perdió la cabeza.

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Somos un país de contrastes, uno que le da rating a telenovelas del narcotráfico pero que se indigna cuando inteligentemente una productora decide trasladar la mejor historia televisiva en años recientes al mercado latinoamericano. Es decir, ha habido otras conversiones de programas y series americanas que no resultaron en lo esperado, pero era la primera vez donde por lo menos tomaban un material original de calidad inmejorable, con el fin de ampliar el público que no conocía o nunca había visto Breaking Bad.

Los realizadores no estaban diciendo o esperaban que Metástasis superara a Breaking Bad, eso es virtual y narrativamente imposible, era la forma alterna de contar una gran historia teniendo en cuenta otro público objetivo y la manera de estrechar lazos entre conceptos televisivos tan diferentes como el de Estados Unidos y Colombia, representando a Latinoamérica.

En este punto volvimos a caer en los contrastes, pues no solo muchos colombianos se sintieron ofendidos por el atrevimiento de una productora al querer adaptar Breaking Bad, sino que otros compatriotas continentales de países como Chile, Argentina o México, incluso algunos más lejanos como España, desahuciaron la realización de Metástasis aborreciendo tan solo su hereje idea de gestación.

Así, el mismo público que señala una gran falta de mente abierta para entender que la película de Los Caballeros del Zodiaco: La Leyenda del Santuario es un “reboot de libre interpretación” y no una copia a carbón de la serie creada por Masami Kurumada, es el mismo que no entiende cómo es posible que intenten adaptar algo como Breaking Bad en una versión latina, mucho más parecida al producto original de lo que se ve por encima.

Hubiese sido peor que Metástasis se planeara como una serie levemente basada en Breaking Bad, pero aparte de detalles obvios como el cambio de “carro casa” (RV) por un bus escolar, el desierto y suburbios de Albuquerque por los cerros orientales y barrios de Bogotá, así como otros elementos parte del contexto cultural, encontramos en la serie colombiana un argumento que se ajusta con naturalidad y sin complicaciones, como si hubiese nacido localmente, porque en el país del ‘Realismo Mágico’ aprendimos que esto no parecía imposible al fin y al cabo.

¿Y por qué querer adaptar una historia “gringa” cuando aquí tenemos escritores tan talentosos (según Cosme Fulanito)? Se preguntan muchos. Mi respuesta es simple: Preferiría cien veces Metástasis a la calidad de televisión que actualmente invade los canales nacionales en Colombia y otros países de habla hispana. Sencillamente porque el producto base es bueno, no se trata de idolatrar a Estados Unidos, es reconocer la gran falencia audiovisual que tenemos, así que ¿por qué no apoyar un producto que intenta una línea algo diferente?

De todas las series americanas que se pudieran convertir al mercado latino, Breaking Bad es la única que sabe cómo defenderse por sí sola. No hablamos de un apocalipsis zombi, invasiones extraterrestres o sujetos con habilidades extraordinarias, no hay efectos especiales que nos impidan realizarlo, entonces ¿por qué no hacerlo?

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No hay forma de perder. Breaking Bad no va a sufrir porque Metástasis haya sido creada, al contrario, así como otras novelas colombianas no sufrieron cuando fueron llevadas a formatos de países como (oh sorpresa) Estados Unidos, una tal ‘Ugly Betty’ sabe de eso. El que no sepa nada de Walter White puede comenzar con Metástasis, por curiosidad u obligación pasar a Breaking Bad y darse cuenta de la grandeza de ésta, apreciando el esfuerzo de la colombiana siendo fiel en una gran cantidad de escenas. Otros, como en mi caso, pueden haber iniciado con Breaking Bad, admirarla, dejar pasar un año y desear no saber nada de la serie para repetirla y disfrutarla como si fuera la primera vez, pero en vez de hacerlo con la original, darle oportunidad a la adaptación y así realizar una comparativa mental pero con material fresco, como el entorno y los actores.

Bryan Cranston > Diego Trujillo, Aaron Paul > Roberto Urbina, Anna Gunn > Sandra Reyes, Dean Norris > Julián Arango, Bob Odenkirk > Luis Eduardo Arango, Giancarlo Esposito > Manuel Gómez. Mientras los protagonistas de Metástasis cumplen con su trabajo y los actores de reparto se defienden sin mucho sobresaliente, lo cierto es que la versión colombiana no está exenta de algunos errores difíciles de justificar. Los gemelos Salamanca son solo uno de los ejemplos sobre lo que no se debe hacer en casting, mientras que el equivalente a Gustavo Fring (Giancarlo Esposito en Breaking Bad), cuyos rasgos físicos no serían difíciles de encontrar en Colombia, cambian a un actor de mayor contextura, blanco, con barba, y menos misterio que el transmitido por el actor original nacido en Dinamarca, de padre italiano y madre afroamericana. En el caso de Saul Goodman, Luis Eduardo Arango puede no tener el físico del abogado sin escrúpulos, pero en verdad se nota su esfuerzo por capturar el personaje.

¡Yo soy el que golpea!¡Cielo!

En cuanto a Diego Trujillo, hay momentos que en verdad logra liberar el Bryan Cranston que yace en su interior. Y es claro que ese aire de Walter White está muy atado a Cranston. Sobre Roberto Urbina y su Jose Miguel Rosas (o el Jesse Pinkman de Aaron Paul), el mayor cambio de interés quizás sea el de ‘bitch’ a “pirobo”.

Suena algo ofensivo cuando el director Andy Baiz afirma lo difícil que fue hacer en seis meses lo que AMC tardó en hacer seis años, algo que solo eleva la furia de la indignación pero cuyo punto se le abona a Metástasis. La razón es que Breaking Bad fue grabado de manera cronológica obviamente, mientras que con una historia completa, Metástasis aplicó el mismo tratamiento de las películas al grabar en desorden y por prioridad de escenas, alterando la carga emocional de los actores que como sabemos los que ya vimos Breaking Bad, es una montaña rusa muy complicada.

Aunque lo de adaptar no es algo nuevo para Baiz, habiendo trasladado la novela ‘Satanás’ de Mario Mendoza a la gran pantalla, cuyo protagonista curiosamente comparte algunos rasgos con Walter Blanco en su transformación, interpretado por el actor Damián Alcázar quien en Metástasis toma el papel de Tuco Salamanca. El caso de Metástasis fue un proyecto que alejó a Baiz del cine pero le permitió aplicar lo aprendido en una escala menor, diferente pero no por eso menos retadora. Los lenguajes entre cine y televisión son familiares pero a la vez independientes, así que tener experiencia en el séptimo arte brinda mayor confianza y libertad a la hora de narrar una historia mucho más extensa y detallada. Tanto así que los 62 capítulos de Breaking Bad fueron convertidos en 62 respectivos episodios de Metástasis.

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Si algo hemos aprendido en los últimos tiempos gracias a medios de entretenimiento como películas y videojuegos, es que no podemos tener una mente tan cerrada como para negarnos a apreciar la versión alterna de un producto, por miedo al daño que le causemos al recuerdo de la infancia o nostalgia. Tenemos todo el derecho a no gustar de remakes o reboots, pero que eso no nos ciegue al punto de aborrecer los pocos intentos de algunos por ofrecer material “diferente”, quizás copia licenciada o como lo quieran llamar, pero por lo menos interesante.

No puedo convencerlo ni cambiarle su forma de pensar, es solo un consejo, finalmente entre gustos los colores, es cuestión de cada uno si desea dejar su barco anclado al puerto de “lo que yo opino es la verdad absoluta” o darle una oportunidad a las particulares realidades alternas. Con excepción de Los Pollos Hermanos, que en cualquier dimensión se siguen llamando Los Pollos Hermanos, bien por ellos.

Como latino, le apostaría a una hipotética historia protagonizada por Antonio Estrada, genio multimillonario dueño de Industrias Estrada y capturado en el Amazonas por un grupo insurgente, quien se ve obligado a crear un traje de última tecnología para escapar y posteriormente lo mejora convirtiéndose en “Byron Man”. Después conoce a un soldado llamado Esteban Rogel, al iracundo científico Bruno Benitez y un sujeto sobrehumano que asegura ser Bochica… supongo que un hombre puede soñar.

Y seguramente Metástasis lo hizo, aunque solo le faltó igualar esta genial mezcla musical.