La parábola de la preventa

Se acerca la temporada más emocionante para los gamers y ante la apabullante ola de nuevos títulos por venir, nuestras billeteras parecen esconderse detrás de una matera o pedir asilo político en el rincón más oscuro del clóset, porque la lluvia de trailers inundan los medios y lo único que queremos hacer es:

Pero como dijo el camarada Marco Tulio Cicerón: “quien olvida su historia está condenado a repetirla”

El legado de E.T.

No nos digamos mentiras, con la ayuda de la publicidad nos han prometido joyas envenenadas como el icónico “E.T. the Extra-Terrestrial” para la consola de Atari 2600. El título es uno de los mayores responsables de la crisis del 83 en la industria de los videojuegos. Imaginen una plácida tarde en 1982, viendo televisión en familia, cuando esta bomba cae en la sala sin aviso previo:

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Pues bien, los gamers de aquella generación se rasgaron las vestiduras, los medios aclamaban el film y definían al videojuego como su gran epítome, la culminación de un éxito de taquilla. Los distribuidores minoristas pidieron un número excesivo de copias para anticipar la demanda de cartuchos, producto de la expectativa generada por las campañas de marketing, y al final el juego vendió 1.5 millones de copias… de casi 4 millones que produjo. El fracaso rotundo provocó que el mítico Atari, el desarrollador afectado, quebrara y además enterrara en el Paso, Texas, un número no revelado de cartuchos del juego, junto a otros artículos de la compañía considerados basura y vergüenza para la mítica empresa. La historia fue negada varias veces y maquillada durante años, hasta el pasado 14 de abril de 2014 cuando se confirmó con esta imagen lo que ya muchos sabían y habían olvidado, el vertedero de Atari no era una leyenda:

El peligro de desenfundar la cartera

El pasado nos enseña dos cosas, que los extraterrestres son más listos que los humanos y que la efervescencia de los jugadores, combinada con la avaricia y sed de ingresos de los empresarios, puede generar un colapso en un sector de alta demanda si el producto no cumple con las expectativas generadas por su estrategia de marketing.

Puede sonar complejo, pero no deja de ser cierto. El próximo E3 nos presentará la nueva generación de juegos y quedará en el juicio de nosotros, los gamers, elegir bien para no malgastar el dinero que tanto trabajo nos ha costado ahorrar, o a nuestro patrocinador de turno (madre, padre, novia, esposa o abuela). Pero, ¿cómo saber si hemos tomado una buena decisión?

No morder el anzuelo

Desafortunadamente la tendencia a reservar juegos antes de probarlos se ha convertido en una carnada que regocija a los compradores, por el prestigio que genera y las opciones adicionales ofrecidas. Sin embargo, los contenidos extra, en la mayoría de los casos, son aditivos que no modificarán la experiencia del juego final y sí engrosan las arcas de los desarrolladores bajo un riesgo mortal: el juego puede ser malo, mediocre o milagrosamente bueno. Con $59 dólares perdidos (mucho más si lo cambiamos a pesos colombianos, más impuestos de importación, más transporte, etc.), le podríamos estar dando la razón a los gurús del marketing. En vez de exigir un excelente juego, demandamos un espectacular trailer, más una campaña de expectativa engañosa.

Las consecuencias, por ejemplo, son tres mil secuelas de FIFA con ligeras modificaciones cada año, sabiendo que compraremos cada una de ellas a precio completo. ¿Cómo será la nueva generación de esta saga si ahora Xbox One también integró esta tecnología con capacidad de más de 25 Gigabytes de almacenamiento? Será igual, a menos que los consumidores exijan de los desarrolladores más calidad en el contenido y el sistema de juego.

La infalible táctica de la vieja escuela, hoy

Les cuento una historia de antaño. Hace varias primaveras debíamos esperar hasta que los juegos llegaran a las tiendas, eso tomaba semanas e incluso meses. El primero que lo compraba, el chico cool de la escuela, empezaba a fanfarronear sobre el juego y sin saberlo hacia un marketing gratuito que nos convencía de comprar el título así tuviéramos que ahorrar la mesada o romper el marranito. Algunos íbamos a la casa del cool para contrastar sus palabras con la realidad, sabiendo que debíamos llenarnos de argumentos para convencer a nuestro patrocinador.

–Qué me va a dar este juego, cómo me va a cambiar la vida– razonaba. ¿Se imaginan la odisea para convencer a mi mamá y comprar un educativo Mortal Kombat III? Al probar el juego, la pasión y determinación me empujaron a realizar tareas extra con tal de tener ese preciado tesoro. Mi tesoro. La expectativa pasó por diferentes etapas, entre la emoción hasta la racionalidad, para transformarse en una decisión inteligente. O eso pensaba yo, pero al menos esa metodología me permitió gozar de grandes títulos y alejarme de fiascos como Superman 64.

Les apuesto que a más de uno le hubiera influido un comentario de este tipo.

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Hoy las distancias se acortan y podemos ir a la casa del niño cool sin salir de la nuestra. Nos ahorramos tiempo y berrinches para consolidar una opinión clara sobre el juego y la sobre oferta de títulos se compensa con la facilidad con la que podemos descartar o aprobar una compra.

Por ello es importante tomarse el tiempo para leer las reseñas, escuchar comentarios de quienes lo han jugado y sobretodo, probar el demo del título. Una decisión consciente es un dolor menos para el bolsillo y un alivio para los pulgares.

¡Alejad la tentación de mis pulgares!

La teoría, como siempre, es muy útil para rascarnos la barbilla, levantar la ceja y tranquilizar a nuestra billetera. Luego me acuerdo que en el E3 se presentará algo de esto:

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Y ¿saben qué?

(No, en serio, tomemos decisiones sensatas por el bien de la industria.)