Y el ganador del God of War: Ascension es…

El pasado 5 de julio lanzamos un concurso que buscaba explorar la creatividad y  la capacidad narrativa de nuestros lectores. Con la finalidad de ganar un juego de God of War: Ascension, los usuarios de Egamers.com tenían que crear la mejor historia spin-off de Kratos, el dios del olimpo según GoW III.

Hasta el viernes 12 de este mes a la medianoche recibimos más de 20 historias en las que pudimos disfrutar de  diferentes momentos épicos con Kratos, al darnos una idea de cómo el dios de la guerra enfrentaría a otras deidades alrededor del mundo, sin importar que estas no hicieran parte de la mitología griega.

Algunas historias nos trasportaron a las civilizaciones maya, muisca, persa, entre otras. La mayoría de las narraciones demostraron la capacidad investigativa y creativa de nuestros lectores, pues lograron acoplar perfectamente historias dignas del dios de la guerra. Lamentablemente y como suele suceder, solo pudimos escoger un ganador.

Tras  un  largo proceso de deliberación y un minucioso análisis de cada uno de sus escritos,   determinamos que la mejor historia spin-off es “God of War IV: Deliverance”, escrita por Favio Andrés Flórez. Su narración nos transporta a los enfrentamientos de los antiguos griegos contra  los persas, ubicándose en las guerras medicas contra Darío I y después contra su hijo Jerjes I, pasando incluso por el legendario Leonidas.

Sin más preámbulos, conozcan la historia ganadora. Muchas gracias a todos por participar y estén pendientes de eGamers para más actividades.

*Menciones especiales a las historias de Iván Siachoque, William Garzón y Luis Gomez.

A continuación les presentamos la historia ganadora:

_____________________________________________________________________________________

God of War IV: Deliverance (por Favio Andrés Flórez)

Oh, poderoso Kratos ¿Qué destino depara tu extinción y la del inmisericorde Zeus? Nuestra tierra se encuentra devastada, y no hay rumbo ni esperanza para aquellos que sobrevivimos. Atrás quedó la guerra entre Lacedemonia, Atenas y Tebas. Ahora debemos alzarnos juntos para evitar la desgracia de la usurpación traída por los pederastas aqueménidos, persas expropiadores, y su demiurgo, dios creador, Zurvan Akarana. Nuestro futuro no estará en manos de sus dioses ni sus moiras. Eres la materialización de la fuerza del hombre. Revive y salva a tu pueblo. Alcanza tu redención y líbranos del yugo de los opresores. Dario I y su hijo, el “grande”, el “gobernador de héroes”, Jerjes I, no serán más que asustados corderos bajo la hibris y la némesis de tus espadas.

La existencia de los dioses, como lo saben bien los griegos hace eones, está condicionada por la necesidad y la susceptibilidad de los hombres. El dios del trueno, el mismo Júpiter de los romanos, cayó en desgracia por sus injusticias y condujo a la destrucción del Olimpo y todo su séquito. Solo quedaron los hombres con su fátum, sus delirios y sus conflictos. Los griegos perdieron su guía; se encuentran indefensos y desposeídos de toda virtud o fuerza, situación que aprovechan ávidos los invasores persas. No obstante, aún tienen una esperanza: la redención del antihéroe; el resurgimiento del verdugo, del avasallador. Kratos, aquel que fue llamado “fantasma” por sus errores y por la trascendencia de sus actos, vuelve una vez más del tártaro por el deseo de sus ahora adeptos necesitados. El olvido ya no es una opción, pues comprende que puede exculpar su dolor tomando el control de su nación.

Las plegarias de Melciades, general encargado de la defensa de Grecia durante la Primera Guerra Médica, son escuchadas por Kratos, quien acude en su ayuda contra el ejército de Dario I, el rey persa invasor que logró llegar a Atenas. La intervención de Kratos significa la primera victoria para los griegos, superados en número, en la famosa Batalla de Maratón. No obstante, provoca la ira de los dioses persas que van tomando posesión de cuanto territorio vulnerable encuentran a su paso. Kratos tendrá que enfrentarse a adversarios mucho más fuertes que los mismos dioses del Olimpo para liberar a su pueblo:

• En Macedonia destroza a Azi Dahak, la colosal serpiente de tres cabezas y seis ojos y la horda de bestias que dirige a voluntad.

• En Tracia sufre con la devastación que provoca Apausha, demonio que lleva la sequía y la aridez, pero logra vencerlo con el poder de su voluntad.

• En Jonia encuentra a Astwihad, el demonio de la muerte, quien invoca a las almas destruidas por Kratos en la campaña de venganza en contra de su padre. Sus recuerdos solían ser su debilidad, pero ahora son su arma más poderosa para acabar con la amenaza.

• En las Islas del Egeo se enfrenta a Ahura Mazda, el dios del fuego, el omnipresente, que mantiene a cada una de las mil islas bajo un asedio implacable.

• Frente a las costas de Eubeo libra la batalla marítima de Artemisio en contra del temible Ahrimán (Angra Mainyu), dios de la oscuridad, destructor eterno de los dioses.

• En el enfrentamiento final, libra la Batalla de las Termópilas, junto con el “hijo de Esparta” Leónidas y trescientos espartanos, setecientos tespios y cuatrocientos tebanos. Lucha contra el vengativo Jerjes I y el inmenso ejército de trescientos mil guerreros, semidioses y deidades sasánicas. Todos provistos de armas descomunales generadas por Verethraghna, el dios herrero. Una táctica militar brillante le otorga la victoria a los griegos, quienes resguardan el estrecho paso mientras eliminan a sus adversarios progresivamente.

Cuando los griegos consiguen repeler las últimas embestidas del ejército persa, gritan victoria y alababan a su nuevo protector. No obstante, desconocen que la peor de sus pesadillas aún no se ha hecho presente. Zurvan Akarana, el dios creador de tantas abominaciones persas y poseedor de los cuatro elementos. Capaz de engendrar súbditos en catervas, lo que explica las dimensiones de su imperio y el tamaño de sus ejércitos, ofrece a Kratos la contienda más difícil que haya tenido que enfrentar. Afortunadamente, ya no está solo. Nunca más lo estará…