La importancia del patriotismo según Big Boss (Opinión)

No quiero que suene como una opinión muy personal el siguiente artículo (aunque esa es la realidad), pero si hay alguien que me ha enseñado mucho en este largo recorrido por el mundo de los videojuegos, a través de sus historias y sufrimientos, así como de su propia descendencia heredera de las victorias y luchas de su sangre, es Big Boss.

Y es que no es para menos cuando en aquel personaje, creado de la mente brillante de Hideo Kojima, se pueden reflejar todas las emociones del ser humano tanto positivas como negativas, concentradas sin compasión ni misericordia en aquel que en un principio se conociera simplemente como Jack, después como el primer “Snake”, Naked Snake, el mejor soldado del siglo XX, salvador del mundo y sus frías guerras nucleares, y por último como Big Boss, cuyos genes dieron nacimiento a uno de los personajes más emblemáticos y carismáticos de la industria de los videojuegos, Solid Snake.

De él también salieron sus no tan queridos hermanos Liquid y Solidus, junto con alguien que en la actualidad solo rememora a un villano, tirano y terrorista fundador de la nación para soldados, Outer Heaven, cuyos sueños de libertad quedaron opacados por la ambición y el exceso de poder, eso y la fiebre nuclear que provoca el maquiavélico y siempre presente plan de un Metal Gear.

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Sin embargo, hubo una época diferente, y en ocasiones he de confesar que aquel dicho de “todo tiempo pasado fue mejor” es cierto, pues la historia siempre nos da lecciones de desesperanza, de errores que se repiten, de villanos cuya sed de maldad los llevó a su propia tumba, de intolerancia de pueblos que marcaron el destino de otras naciones, y de cientos de personajes tristemente célebres.

Pero también existen historias de redención, de patriotismo; la de Big Boss es una de ellas. Una historia que comenzó a contarse al revés. Los hechos ocurridos en Metal Gear Solid 3: Snake Eater, en plena época post-guerra fría de los 70, donde se narra lo sucedido en la “Operación Snake Eater”, son un claro ejemplo de la transformación que puede sufrir el ser humano, sin importar quien sea, a raíz de una traición, destierro y engaño producido por su propia patria, además de la imperativa de olvidarse de sus principios, su moral, y acabar con aquella maestra que le dio todo, que le enseño a vivir.

De la misma forma, este juego nos ilustró sobre cómo el ambiente en el que se viva y crezca influye en la transformación futura del individuo, sea para bien, o para mal.

Saltando la secuela cronológica Metal Gear Solid: Portable Ops (PSP), cuyo énfasis era más el sistema de juego multiplayer y su historia una especie de reclutamiento de fuerzas para el escuadrón Fox Hound y futuro Outer Heaven liderado por Big Boss, llegamos a la secuela directa de la vibrante historia de Jack, tanto por argumento como por jugabilidad merecedora de serlo, Metal Gear Solid: Peace Walker (PSP, 2010).

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Es en este título, el eslabón perdido en la línea temporal de Metal Gear, donde Big Boss nos da sus lecciones de patriotismo, especialmente a nosotros los latinoamericanos, y donde se marca el inicio del fin, el inicio de la saga de Solid y el fin del gran héroe que todos conocimos como Naked Snake, tristemente célebre como Big Boss. Es increíble como Hideo Kojima lo logra en cada una de sus obras, imprimir un sentimiento patriótico que va más allá de las palabras y los hechos, como progresivamente el jugador va descubriendo la gran investigación histórica y moral que precedieron al desarrollo del título, y cómo incluso se van aprendiendo cosas que creíamos saber pero que en realidad ignorábamos.

Un ejemplo fue descubrir que Japón era una nación tan fuerte, económicamente hablando, gracias a su falta de fuerza militar. Tras el tratado firmado con Estados Unidos, después del ataque nuclear a Hiroshima, las naciones se dedicaron específicamente al restablecimiento comercial y económico del país, en vez de invertir en el brazo militar. Básicamente, una nación sin ejército, dependiente de sus aliados y vecinos en tiempos de guerra, pero completamente fortalecida en su desarrollo económico.

Algo similar ocurre con Costa Rica, lugar donde se lleva a cabo MGS: Peace Walker. Recorrer este juego significa disfrutar de una experiencia especialmente elaborada por Kojima para los latinos, no solo por el hecho de desarrollarse en un país centroamericano, sino por la gran cantidad de guiños y señales que nos hace regocijarnos de haber nacido en estas tierras a pesar de sus males conocidos, opacados por el gran numero de cualidades que nuestras naciones y países hermanos poseen. En otras palabras, nos hace recalcar la importancia del patriotismo y el sentimiento de pertenencia que debemos poseer sin vergüenza alguna, además de la alegría como videojugador de ver tanto material autóctono en una franquicia tan grande y excelentemente creada como lo es Metal Gear.

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Después de tanto tiempo de tomar roles de soldados americanos (como suelen clasificar solo a los norteamericanos) o ingleses, contra alemanes, rusos u orientales en decenas de títulos del mercado, es refrescante descubrir tantas curiosidades en el historial de Big Boss, quien en su viaje por el mundo reclutando aliados para su elite “Soldados Sin Fronteras”, resultó más envuelto en Colombia de lo que nadie se imaginaría, el único personaje de videojuegos directamente relacionado con esta nación, en un honor y tributo de Kojima San.

¿Sabían que Big Boss conoció y rescató al famoso Coronel Campbell, en aquel entonces muy joven y no coronel, mientras este permanecía encerrado en alguna parte de las selvas colombianas?, o acaso que el propio Big Boss estuvo un tiempo al servicio del ejército colombiano, y que en una operación y emboscada entabló una amistad tras un confrontamiento, con el joven Master Miller futuro maestro del propio Solid Snake; o quizás sabían que Big Boss ejerció la fotografía de fauna en Colombia y se hacía pasar como tal en otros países, que vivió un largo tiempo en Barranquilla entrenando a sus tropas privadas, que el español que sabía lo aprendió también en Colombia y que por supuesto prefería el café colombiano.

Como latino es agradable oír ese spanglish en el excelente doblaje oficial inglés, cuya voz de Big Boss es la del siempre adecuado e icónico guionista y “Snake” consagrado David Hayter, palabras como “hombre nuevo”, “mi viejo”, “basilisco” y “el Ché” retumban en los oídos soltando una sonrisa de par en par en el jugador de estas tierras, nunca antes un juego se oyó tan real y tan bien.

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Tratar abierta y responsablemente temas como el Ché Guevara, los Sandinistas y demás propios de algunas naciones y muy cercanos a la nuestra, son solo una muestra de la lección patriótica tan grande que es capaz de dar el “Gran Jefe”, cuya imagen es la que queremos y debemos guardar intacta en nuestras mentes.

Sabemos que el futuro fue más oscuro y tormentoso para este hombre, llevado del patriotismo a la locura y el delirio, pero también sabemos que gracias a Jack, Naked Snake o simplemente Big Boss, somos capaces de afirmar lo importante que es tener el corazón puesto en la nación en la que nacimos, y defender nuestros principios sin importar razones, al fin y al cabo, es en este maestro en quien podemos asegurar el dicho común “todo tiempo pasado fue mejor”, y aquel pasado nunca volverá.