Metroidvania: La combinación perfecta

A veces combinar da buenos resultados.

Para nadie es un secreto que el juego que impuso el género de las plataformas fue Super Mario Bros (NES, 1985), en aquella época en la que fue revelado un estilo de juego “side scroll” en el que la pantalla se iba desplazando de manera horizontal a la vez que lo hacía el personaje. En ese entonces, no contaba con la opción de poder retroceder o avanzar hacia la izquierda, pero fue un logro sin igual impuesto por la compañía del lejano oriente guiada de la mano del, en ese entonces, creativo joven y con un juego de experiencia, Shigeru Miyamoto y su Donkey Kong de arcadias.

Desde entonces muchos juegos siguieron ese camino ‘plataformero’; algunos buenos otros no tanto, pero continuando con aquel que impuso dicho estilo. Miyamoto San, no se resignó a haber creado para entonces dos nuevos iconos en la industria y lograr millones de ventas alrededor del mundo, ya que en febrero de 1986 dio luz a su tercer pilar, aquel título poseedor de la trifuerza conocido como The Legend of Zelda (NES, 1986).

Aparte del asombro y carisma de personajes que esta franquicia ha generado en muchos de nosotros, vale aclarar que con The Legend of Zelda, otro nuevo estilo, mejor conocido como exploración libre, se adentraba en el mundo de los videojuegos. No se trataba de avanzar plataformas como las vistas en Mario, sino de recorrer un vasto y salvaje mundo con la esperanza de encontrar valiosos ítems y los fragmentos de la trifuerza, esto mediante pantallas estáticas que se desplazaban una vez el personaje alcanzaba alguno de los cuatro bordes de la misma pantalla, siendo más como una especie de mapa gigante dividido en cuadriculas.

La libertad que se consiguió para entonces, es la que muchos aseguran como el ancestro cavernícola de los “sandbox” actuales, cuyas libertades no dejan de sorprendernos.

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En aquella época, alguien muy cercano a Nintendo y futuro creador de la primera consola portátil de juegos intercambiables reina en su propio mercado (Game Boy), el señor Gumpei Yokoi (Q.E.P.D), se encargaba de analizar la industria con el fin de crear un titulo innovador nunca antes visto.

Fue así como, inspirándose en los dos últimos juegos creados por Shigeru Miyamoto (Mario y Zelda) y en sus respectivos géneros inventados, resolvió mezclarlos en una obra maestra creando con él otro nuevo estilo para la emergente industria: Se trataba de Metroid (NES, 1986) y el género conocido con este mismo nombre, que no es otra cosa que plataformas y exploración “libre”, con una u otra limitación en el mapa hasta alcanzar un porcentaje mÁs avanzado dentro del mismo juego.

La primera aventura de la bella caza recompensas Samus Aran, en la que nadie sospechaba que era mujer, fue la misma que impuso un grado de dificultad alto y el placer de jugar un side scroll al estilo Mario con las libertades y obtención de ítems que otorgaba el estilo Zelda.

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Curiosamente, en su segundo juego, Zelda II: The Adventure of Link, los calabozos se asemejaban más a lo mostrado en Metroid. Sin embargo, el primer estilo de exploración Zelda no fue del todo olvidado por la industria, pues juegos como el primer Metal Gear (MSX, NES, 1987) y la forma en que Solid Snake se desplazaba por pantallas obteniendo ítems, recordaban en parte al joven Link.

En 1987, sería Konami quien nos trajera el inicio de una longeva, aclamada y afamada franquicia, Castlevania (NES, MSX, 1987), la cual revelaba un estilo más bien curioso; era un plataformas pero totalmente separado del visto en los juegos de Mario Bros.

Se conseguían ítems a medida que se avanzaba, pero su desarrollo era más lineal que lo visto en la saga de Zelda y para ese entonces no se podía comparar con Metroid, dada su marcada linealidad y escasa libertad en la jugabilidad. Aun así, era un juego excelente que se ganó una gran cantidad de seguidores, y que sorprendió con su segunda parte, más parecida a la segunda entrega de Zelda, con algunos toques de RPG; y una tercera parte que volvía a sus orígenes pero menos lineal, con la opción de escoger los caminos por los cuales avanzaríamos en nuestra travesía para derrotar a Drácula.

De esta manera, menos célebre y extraña, Castlevania también creó un estilo con su propio nombre como lo hizo Metroid, pero aun le seguía faltando parte de lo que tenía este último, y eso lo hacía diferente. No obstante,  el mundo de los videojuegos nos dio una lección, y es que acá nunca podemos decir que todo está hecho, porque lo menos esperado siempre surge, y normalmente de quien menos se espera.

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Estábamos en 1997 con la novata PlayStation tratando de deslumbrarnos. La primera generación de títulos para esta consola estaba mostrándose ante todo el mundo. La moda eran los títulos poligonales en parte gracias a lo expuesto por Super Mario 64, si un ícono de la industria saltaba a ese campo, ¿por qué no los otros íconos?

Con el tiempo sucedería, versiones de clásicos recreadas en polígonos y totalmente alejadas de los píxeles. Sin embargo, Konami apostó por mantenerse fiel a su estilo en un comienzo con la querida franquicia Castlevania, con la acertada decisión de añadirle un toque de aquello que le hacía falta, la libertad y exploración propia de Metroid. De esta forma, el mundo conoció el que para la mayoría de seguidores es el mejor juego de la serie, Castlevania: Simphony of the Night, y el que personalmente es el mejor experimento de géneros o estilos creados, fusionados, aquel que fácilmente se puede denominar como la combinación perfecta: Metroidvania.

La cantidad de títulos influenciados por Simphony of the Night, el padre de los ‘metroidvanias’, es grande y sorprendente. Basta con observar en “la enciclopedia libre” para animarse a probar unos cuantos, y si bien es cierto que la propia saga Castlevania se ha encargado de mantener vivo este estilo con sus diferentes versiones portátiles lanzadas en Game Boy Advance y Nintendo DS, estos mismos han perdido parte de ese encanto que deslumbró hace 14 años, exceptuando personalmente a Castlevania: Aria of Sorrow, uno de los mejores juegos del propio Game Boy Advance y de la franquicia.

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Mientras que otros desarrolladores independientes han optado por mejorar y perfeccionar los metroidvanias, con títulos como “Cave Story” o “Aquaria” de una manera soberbia y admirable, muchos seguidores de Castlevania piden que el juego regrese a sus raíces, pues cada vez se pierde más en el coleccionismo de objetos mágicos o el “hack ‘n flash” de Lords of Shadow, cuya influencia directa pareciera God of War.

Y es que al fin y al cabo el Castlevania clásico es el Castlevania puro, pero Metroidvania es realmente un término aparte, una mezcla que logró enfocar lo mejor del ADN de grandes juegos, Mario, Zelda, Metroid y el propio Castlevania, en una fórmula capaz de elevar cualquier juego a límites insospechados de jugabilidad exquisita, aquella de la que muchos en su momento disfrutaron, pero la cual juraron no volver a tocar tras ver lo que hace Kratos para derrotar a Drácula….. o ¿la familia Belmont a Ares?