Sobre Tim Langdell, un troll de primera

En el mundo del videojuego tenemos muchos personajes que pareciera que existen sólo para molestar a todos los demás y para provocar a todo el que puede con sus acciones (lo que en internet se conoce como ‘troll’). Ejemplos claros son personas como Jack Thompson, Bobby Kotick, o Mark Pincus. Incluso aquí en egamers tenemos a nuestro propio ‘troll’. Usualmente cuando una persona se comporta así, tiene las de perder… tarde o temprano, estas personas pagan.

Esta es la historia de Timothy Langdell. Este hombre causó tanto revuelo en este tiempo que creo conveniente realizar una pequeña crónica recolectando los diferentes tratados y hechos sobre él alrededor de la web.

Langdell es, en pocas palabras, un hombre sin escrúpulos que desde sus comienzos como empresario ha dedicado su vida a estafar y destruir del trabajo de otros para su beneficio. Alguien al que muchos llamarían ‘troll’ por profesión, ha sido una persona que se ha aprovechado de muchos desarrolladores debido a que posee la marca registrada en Estados Unidos e Inglaterra de “The Edge”. Como podrán imaginarse, “Edge” es un término relativamente común en inglés… y es algo probable que uno por pura casualidad decida llamar un juego (o cualquier otra cosa) que contiene “Edge” en su título.

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Tim Langdell fundó su empresa en 1979 en Inglaterra, y creó dos juegos (realmente no los hizo, los mandó a hacer): FairLight y una versión de Garfield, ya bastante viejos, y que son conocidos por los casos en que el dueño de la empresa, Tim Langdell, no le pagó ningún honorario a los creadores de esos juegos. Cuando fue demandado por más de un grupo de desarrolladores, huyó a Estados Unidos. También publicaron otros juegos, que usualmente eran traslados de juegos de otras empresas a otros PCs, y que han resultado en un total de 12 juegos según MobyGames (aunque él dice que ha hecho más de 750), de los cuales la mayoría han tenido problemas en la corte con los desarrolladores de esos títulos. Noticias sobre estos problemas hay en todas partes en la web.

Diez años después, en 1990 la empresa cambia su nombre a “The Edge”. Aquí es donde la mayoría de personas concluyen que algo ocurrió dentro de su cabeza y comenzó a cocinar un pequeño malvado plan para poder vivir de los demás y sacar dinero como lo hacía de costumbre.

Comenzó a registrar una multitud de nombres relacionados con “Edge”, y todo lo que se le pareciera. Reclamó ser dueño de cómics, de revistas de tecnología, de accesorios para computadoras y, por supuesto, de videojuegos. En su página web (que parece realizada en la época en que existía Geocities por primera vez ) se puede evidenciar cómo se apropia de muchas marcas y empresas, las cuales no tenían ninguna relación con él o la empresa. Fue algo que duró un par de años, algo en lo que toca estar preparado, porque no se puede demandar al día siguiente de registrar algo, se vería sospechoso. Pero eso sí, cada vez que podía, demandaba. A estas personas se les llama ‘trolls de marcas’.

Mirrors, a game by Edge

Uno de los “proximos juegos” de The Edge

Este tipo de movidas legales provocaron por ejemplo, que la saga de Namco de “Soul Edge”, fuera renombrada como “Soul Blade” en 1996, y finalmente como “Soul Calibur” en Estados Unidos y Europa, algo que Namco hizo para evitar futuras complicaciones con “The Edge”. Este tipo de resultados provocaron que Langdell se inflara de ego, creyendo que podría siempre demandar a todo aquél que hiciera lo mismo para sacar dinero en la corte o fuera de ella. Y sí, una que otra empresa y/o persona pagó en silencio.

Sin embargo, un buen día en abril del 2009, surgió una demanda contra el desarrollador independiente David Papazian, dueño de la empresa Mobigame y creador de un juego que llegó a ser número uno en el AppStore de IPhone y ganador de varios concursos independientes, llamado por supuesto… Edge. David trató de dialogar con él, proponiendo un cambio de nombre y jurando que no tuvo ninguna intención de aprovecharse del nombre, pero era claro que Langdell sólo quería dinero, y que, en caso de cambiar el nombre, debía darle dinero por daños y perjuicios por una suma que dejaría a Mobigame en bancarrota.

Es cierto que realmente no se sabía mucho de Tim Langdell hasta esta controversia, y fue en este momento que la comunidad independiente fue sacando los trapos sucios sobre él. Se realizaron boicots a la marca de protegía (cambiando nombres de otros juegos famosos incluyendo ‘edge’ en su título), y también se creó un centro de defensa a Mobigame para defender la empresa y reunir dinero para poder combatir legalmente a The Edge.

Sin embargo, Langdell tenía un as bajo la manga. Resulta que Tim Langdell era nada más y nada menos que un miembro directivo de IGDA (International Game Developers Association), lo cual asombró a muchos. Era una persona que gozaba de respeto alrededor de la “rosca” de la industria del videojuego, y hasta estaba dictando conferencias en 2009 en el GDC. La pequeña biografía que colocaba en la descripción de su profesión era que había realizado más de 180 juegos como creador (no hay ningún juego acreditado a él) y editado 5 libros (no los tiene). ¡Y estaba dictando conferencias en GDC como miembro del IGDA!

igda

Era realmente aterrador que una persona como Tim Langdell fuera un miembro directivo de una organización que aboga por los derechos de los desarrolladores de videojuegos. Por supuesto que IGDA tuvo un bajón de credibilidad, especialmente después de la primera respuesta que a ningún miembro gustó por “aparentemente” querer rodear a Langdell.

Sin embargo, la presión continuó, los miembros utilizaron una regla que consistía que si lograban una petición para evaluar la permanencia de un miembro directivo y superaba un quórum definido de los miembros, estos debían realizar una votación. La petición requería de 1500 solicitudes de los miembros, y recibió más de dos mil. Días antes de realizar la votación formal sobre su permanencia, Tim Langdell renunció. 

Pero desafortunadamente, lo que hacía Tim Langdell era técnicamente legal, y la demanda continuó, y su posesión sobre las marcas. Pero ¿Era realmente legal lo que hacía?

Después de estos rifirrafes, Tim seguramente se sentía más poderoso que nunca, así que decidió demandar a EA Games. ¿Por cuál juego? Pues nada más y nada menos que Mirror’s Edge. Usaba la misma táctica: “Cambia el nombre del juego (o no, pero me pagas), y además págame por daños, o te saco todo el dinero”.

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Para este momento, EA pudo haber hecho cualquier cosa, pudo simplemente arreglar por fuera de corte la demanda, o simplemente ignorarla o rechazarla. Tenía los medios, los recursos, y pues hablando honestamente, representaba una molestia menor para una empresa como ellos.

Pero contra todo pronóstico decidió arremeter contra Langdell y no solamente logró frenar la demanda, sino que logró reversarla, y además EA le exigió a Tim Langdell que se le retiraran todas las marcas que había registrado desde 1990, con base en que había realizado acciones fraudulentas al registrar esas marcas.

Fue una movida sorpresiva, puesto que nadie sospecharía que EA hiciera algo así, pero también se le respetan su acciones porque significa que se alió con los desarrolladores independientes que fueron explotados y amenazados por esta persona por mucho tiempo.

Hace unos días, salió la declaración final del juez encargado, y no solamente negó la demanda de Langdell, sino que encontró que efectivamente Tim Langdell estaba realizando registros fraudulento de marcas y compañías que decía poseer, comparando los productos que registraba y los productos reales que por supuesto no coincidían. Los abogados de EA hicieron bien la tarea y le descubrieron un caso de fraude que puede llevar incluso a prisión. En la misma declaración que literalmente culpa a Langdell de “trolling” (es en serio, el juez usó esa pablara), ha removido todas las marcas registradas de Tim Langdell, además de que debe notificar personalmente a todas las empresas y personas que se aprovechó de ellas de que ya no las posee, dejándolo indefenso para cualquier empresa o individuo que quiera contrademandar. Vaya si este es un caso donde uno quiere que Golitah sea derribado por un Goliath más grande.

Prueba fraude del juez

Una de las pruebas de que Langdell falsificaba las marcas: la izquerda es la copia que él envió, y a la derecha el original

Tim Langdell todavía sigue con su compañía, pero ha sido humillado públicamente de manera legal y simbólica (y efectivamente, debido a la declaración del juez, no soy el único que le ha llamado troll), lo cual prácticamente le ha dado una muerte industrial de por vida. Ahora ya todos conocen la naturaleza de este hombre, por lo tanto, tratar de repetir lo que hizo desde 1990 prácticamente le será imposible.

Esta historia nos deja lecciones importantes sobre la naturaleza humana, de cómo algunas personas pueden llegar a ser tan inescrupulosas como para aprovecharse del trabajo de otras para quitarles lo producido, simplemente porque sí… o más bien, por una aparente envidia al éxito de otras empresas y/o personas… la ejecución de la envidia de manera institucionalizada. Y de cómo también pueden llegar a ser poderosas y peligrosas en las mismas narices de quienes se suponen deben proteger a los creadores de ese tipo de personas.

Pero también muestra de cómo a veces se pueden hacer las cosas de la manera correcta, si todos se unen y mantienen una única y consistente voz. Que sea una lección, también para los ‘trolls’. Podrán ser exitosos al principio, pero eventualmente el ‘trolling’ no paga.

Saludos,

Italo F. Capasso B. AKA “Edwood Grant”

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